SanJuandeLurigancho.com > Columnistas > Oswaldo Carpio

La nueva información proporcionada por el INEI -28 de febrero del presente, en base a los datos del Censo Nacional del 2007- señala que la población urbana del Perú sigue creciendo y que la población rural va en sentido inverso: 74% de peruanos habita distintos tipos de urbes y la población rural -26 %- sigue siendo atraída por las luces de las ciudades. Esta tendencia nacional es parte de la mega tendencia mundial que se expresa en los enormes cambios demográficos en China, India, los países asiáticos y, en menor medida, los africanos. Por esta mega-tendencia es que se ha conceptualizado al siglo XXI como el siglo de las ciudades. Los más de 7 mil millones de personas que pueblan la Tierra se desplazan dentro de sus países, en sus continentes y hacia otros, a la conquista de nuevas ilusiones, nuevos sueños y mejor calidad de vida. Pese a la desesperanza de demógrafos, economistas e intelectuales, el afán y el mito del progreso sigue movilizando a la gente.

Según el Censo de Población y Vivienda de 1993, el 65 por ciento de la población habitaba en áreas urbanas, y el 35 por ciento en áreas rurales. En el 2007, la población urbana era de 72 % y la rural de 28%. Hoy, en las urbes encontramos al 74 % de la población y en el campo al 26 %. Estas cifras se estabilizarán hasta alcanzar entre el 80% al 85% de la población urbana y entre 20% al 15% de la población rural. ¿Facilita esta tendencia demográfica el objetivo de superación de la pobreza? ¿Vivir en algún tipo de ciudad ayuda o a empeora la lucha contra la pobreza? Mientras más dispersa se encuentre la población rural mayores dificultades habrá para llevar servicios fundamentales como agua y desagüe, gas, electricidad, banda ancha, educación, salud, vivienda, seguridad entre otros servicios.  La dispersión de la población rural hoy es un obstáculo que puede resolverse. Debe ser una política de Estado la construcción de nuevas pequeñas ciudades que cuenten con infraestructura de calidad para que la gente que vive en el campo se concentre en ciudades rurales. La construcción y /o modernización de las pistas, carreteras y otras vías, la modernización del sistema de transporte, contribuye a que un trabajador del campo llegue a su chacra en treinta o cuarenta minutos, lo que en el pasado implicaba caminar varias horas.

 

El ministerio de Vivienda que tiene bajo su responsabilidad el Urbanismo, tiene que impulsar políticas modernas en este tema antes de que sigan proliferando asentamientos urbanos de muy baja calidad. Los Gobiernos Regionales y Locales, que hoy cuentan con importantes recursos, tienen que contribuir e invertir en la construcción de nuevas ciudades a las que deben proveer de todos los servicios.  Pero, asimismo, las autoridades de ciudades medianas como Arequipa, Cusco, Trujillo, Piura, Chimbote, Iquitos, Chiclayo, Huancayo tienen que planificar el desarrollo para atender a los cientos de miles de personas que seguirán llegando inexorablemente en búsqueda de mejores condiciones de vida. Igual ocurrirá en otras ciudades del país. El Gobierno Nacional y los Gobiernos Regionales y Locales, tienen que hacer frente a esta mega tendencia, planificando el desarrollo de las ciudades, haciendo buen uso de los recursos, invirtiendo en infraestructura y servicios. En el caso de Lima, es una adecuada decisión la construcción de la segunda vía del Metro de Lima entre Ate y el Callao, que aliviará el transporte en la capital, mejorará la calidad de vida de la gente (calidad, tiempo, confort, seguridad, etc.) y la hará más competitiva. Se ahorrarán millones de horas-hombre, disminuirá la contaminación ambiental y el uso irracional de combustibles contaminantes.

 

En el mismo lapso que se produce el cambio demográfico, el PBI del Perú ha crecido hasta prácticamente triplicarse en los últimos once años. Migración interna, crecimiento de la población urbana, multiplicación por siete de las exportaciones, más de 9 mil millones de dólares favorables en la balanza comercial, baja inflación, dólar relativamente estable, crecimiento del PBI, disminución acelerada de la pobreza son cifras que dan cuenta de una tendencia positiva en la economía peruana y en la lucha contra la pobreza. Según el IDH, somos un país de desarrollo medio-alto (puesto 80° en el mundo) que tiene que superar sucesivas barreras u obstáculos para seguir avanzando en crecimiento y en desarrollo.

 

El crecimiento del 2012, está casi asegurado. El año 2011, la inversión extranjera sumó la cifra de 7,659 millones de dólares, todo un récord. Superior en US$331 millones respecto del 2010. Así -informa el BCR- las inversiones crecieron 4,5% el año pasado. Si esta tendencia se mantuviera aseguraríamos un año más en el camino del crecimiento económico que debe trasformase en desarrollo integral. Sin embargo, actitudes absurdas como las de algunos presidentes regionales y alcaldes que sabotean el desarrollo, deben ser derrotadas. Hay una batalla política, cultural e ideológica.

 

Es preciso derrotar una cultura política que se regodea con la pobreza, que hace de ella su razón de ser y que practica un populismo demagógico que mantiene la pobreza o la incrementa. Es que en términos políticos, mientras existan pobres, habrá determinados proyectos políticos demagógicos. Los países comunistas ya probaron el estatismo, el partido único, la dictadura del partido y el pensamiento único, que intentó sojuzgar a las personas, anulando sus libertades y violando sus derechos humanos en función de un interés supuestamente superior: la igualdad absoluta, que solo trajo como consecuencia nuevos privilegiados: la burocracia del partido único y las mafias del mercado negro.  Igualar hacia abajo, repartiendo pobreza, no es una buena alternativa para la gente. Sin embargo, hoy muchos quieren su propio “Conga”, se oponen a las inversiones, promueven paros, toman carreteras so pretexto de la defensa del medio ambiente, del agua y de la “pachamama”.

 

Hoy se promueve un neo-comunismo que pretende esconder el fracaso de este sistema durante setenta años de vigencia. El neo-comunismo le hace enorme daño al país en circunstancias en las que se requiere seguir creciendo para que el Estado cuente con mayores recursos para invertir en la lucha contra la pobreza. Hoy se prioriza la ayuda social pero la forma justa y verdadera de superar la pobreza se logra cuando se generan políticas públicas que generan capacidades, fortalecen el capital humano y el social para que las personas ingresen al mercado, produzcan bienes y servicios, añadan valor agregado, construyen una vida autónoma. La ayuda social, siendo importante, genera dependencia somete a las personas y a las familias. Elimina la autonomía, que es fundamental para el desarrollo humano integral.

 

El Gobierno Nacional, los presidentes y consejeros regionales, los alcaldes y los regidores, los ciudadanos tenemos que examinar el camino recorrido y reforzar las tesis que han permitido el éxito de la última década y, simultáneamente, superar aquellas ideas nocivas de una cultura de la pobreza que lejos de derrotarla la fortalece.

 

Las cifras hoy nos dicen que 30% de la población peruana es pobre. Se trata de casi diez millones de peruanos. Una cifra enorme que solo puede disminuir si se mantienen una visión de la economía, de la política y del desarrollo. Mantener con firmeza esas políticas permitirá tener éxitos. Conciliar con las ideas del neo comunismo que obstaculizan el desarrollo conducirá a fracasos. Los presidentes regionales y los alcaldes tienen que actuar como líderes locales. No pueden ser dejados de lado por aquellos que no han sido elegidos, que crean organizaciones “autogeneradas” y que se atribuyen una representación ciudadana con la que no cuentan. Generar desarrollo implica contar con una clase política desarrollada. Las cifras hasta hoy señalan el camino del éxito. Lo bueno debe seguir y las ideas fracasadas deben ser puestas lado.

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