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Oswaldo Carpio

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viernes, 29 de junio de 2012

El pensamiento de la izquierda tradicional

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Lugares comunes de José Mujica, presidente de Uruguay. Cumbre de Rio + 20
viernes, 29 de junio de 2012 - 41760 vistas
José Mujica, presidente de Uruguay, ofreció un discurso en la Cumbre Río+20, que algunos consideraron el mejor discurso de la cita mundial. No pienso igual. Considero que el discurso de Mujica, como tantos otros, no es más que una suma de lugares comunes --como los que pronuncia Evo Morales: comer pollo produce desviaciones sexuales, la Coca Cola solo sirve para desatorar baños, la coca es sagrada o que en este milenio “es más importante defender los derechos de la Madre Tierra que defender los derechos humanos" etc.-- que recoge la preocupaciones de millones de ciudadanos pero que, en un intento de ser “progre” y decir cosas “correctas” --además de dejar la idea de ser distinto--  expone falacias dichas en  el típico estilo solemne de los uruguayos.  En el discurso, formula preguntas  equívocas, que le facilitan responder con simplezas pseudo filosóficas.
 
Pide Mujica, en su discurso, que le permitan hacer “algunas preguntas en voz alta” -para eso fue convocado a la Cumbre. Y recrimina a todos, pues, según él, se ha hablado de desarrollo sustentable y de sacar a la gente de la pobreza, pero que nadie se pregunta si se logrará que “siete mil millones de personas vivan con el mismo grado de opulencia y despilfarro de las sociedades occidentales sin, prácticamente, destruir  la humanidad”.  Para Mujica, que los pueblos alcancen el desarrollo que tiene el primer mundo, destruirá a la humanidad, con lo que retrocede a las teorías neo-maltusianas, criticadas por reaccionarias.
 
El concepto de “opulencia y el despilfarro” es relativo porque si en Occidente, del que forma parte Uruguay, hay “opulencia y despilfarro” depende con quién se compare y la pregunta es si la “opulencia” es inadecuada, incorrecta, mala. Porque la pregunta encierra la idea que se trata de que los países ricos dejen de serlo para que los pobres dejen de ser pobres.  ¿Son la India, China, Vietnam, etc., pobres porque los países occidentales son ricos?  Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, Japón, Taiwán, China y Chile que están saliendo de la pobreza e ingresando al primer mundo, ¿lo hacen a costa de la pobreza de otros?
 
El raciocinio de Mujica es el tradicional de los partidos los comunistas y de los llamados socialistas del siglo XXI (neo-comunistas).  Estos socialistas se quejan de los países ricos y condenan la pobreza, pero no llaman a luchar por superar la pobreza sino a luchar contra los “ricos”, quitarles la riqueza para dársela a los pobres. Ese es el pensamiento que condujo a Pepe Mujica, a Raúl Sendic y a los del grupo terrorista Movimiento Nacional de Liberación – Tupamaros (años 60 y 70 del siglo pasado) a iniciar la lucha terrorista en Uruguay (secuestros, “cárceles del pueblo”, asesinatos, robos a bancos, centros comerciales, etc.), cual Robin Hoods, robaban  “a los ricos” para repartir la riqueza, la “opulencia” entre los pobres.  La tesis de Mujica es que existen pobres porque existen “opulentos”. Por ende, no se trata de crear riqueza, lo que hay que hacer es quitársela al que tiene y repartirla entre los pobres. Un desconocimiento de la ciencia económica, pues considera a la economía la ciencia que estudia la forma de satisfacer las necesidades humanos “mediante recursos disponibles escasos”. Lo que ha demostrado la ciencia económica es la enorme capacidad del ser humano de crear cada vez más bienes. En el mundo moderno, los bienes no son escasos, salvo en los países comunistas como Cuba.
 
Se pregunta Mujica,  “¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes”? La respuesta la han dado los chinos que desde la muerte de Mao, con el impuso de China al capitalismo han sacado ya, en poco más de tres décadas, a más 500 millones de chinos de la pobreza y se apresta a sacar a varios de cientos de millones más con inversiones extranjeras y nacionales con una política de exportaciones y de desarrollo del mercado interno que no deja lugar del mundo sin productos de su país. China es el país que cuenta con mayores divisas en el mundo y ha crecido a una tasa de 10% desde hace tres décadas. Lo mismo está haciendo los indios. Mujica responde a su pregunta con otra si es que continuara el crecimiento económico en el mundo y si los miles de millones de indios ingresaran al desarrollo: “¿cuánto oxígeno nos quedaría por respirar?” Y responde con otra pregunta a tono de respuesta: “¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales?”  Respondo a su pregunta: Si, el mundo tiene esa capacidad y aún mayor para generar riqueza y no nos quedaremos “sin oxígeno”. 
 
Lo que deja sin oxígeno al mundo es la pobreza, no luchar por crear riqueza para que los pobres dejen de serlo. Hoy millones de pobres depredan los bosques en el Perú y  en el mundo para extraer caoba y otros árboles que venden a traficantes de madera. Igual ocurre con animales exóticos. Hoy los pobres extraen minerales –se calcula que son más de 300 mil mineros informales en el Perú- como oro, cobre, plata, etc., envenenando ríos, lagos, entre otros bienes naturales. Los pobres explotan y depredan la selva para sembrar coca –son más de 60 mil hectáreas en todo el país- y procesar pasta básica y cocaína que usa gasolina, kerosene, acetona, ácido sulfúrico, entre otros dañinos compuestos químicos que envenenan las tierras y los ríos de la selva. Eso crea más pobreza y destrucción ambiental. Eso, bajo otras características sucede en África y Asia. Donde hay pobreza, el ser humano para sobrevivir destruye. La caza de animales exóticos en la selva peruana, en la de América del Sur, en África y Asia es descomunal.  Por ello, la respuesta a Mujica es clara: es preciso luchar por superar la pobreza, impulsar la educación, la revolución del conocimiento, de la revolución científica y tecnológica para que los pobres salgan de la pobreza, porque la economía “natural” efectivamente destruye los recursos y los convierte en escasos. Pero, precisamente, la revolución del conocimiento y el desarrollo de la informática, la computación, la genética, biotecnología, genómica para mencionar sólo dos, puede crear enormes bosques en donde se había depredado. La revolución productiva se hace y se podrá hacer con menor daño al medio ambiente.
 
Las respuestas a las preguntas de Mujica no van por los lugares comunes de Mujica, que son los ya  trajinados por la izquierda tradicional del siglo pasado y por el “socialismo del siglo XXI”, que no es otra cosa que más de lo mismo con otro nombre.
 
Si nos preocupamos por la contaminación del aire, podemos decir, por ejemplo, que la revolución científica y tecnológica está permitiendo el diseño, construcción y venta de automóviles eléctricos que en menos de 40 años, habrán desplazado del mercado a más del 70 por ciento de los vehículos que usan combustibles fósiles.  La revolución en el cambio de la matriz energética en los países del mundo está permitiendo inversiones y enormes avances en energía eólica, geotérmica, solar, hídrica, entre otras que están desplazando a las energías fósiles que nos quitan oxígeno o que envenenan el aire. El INRENA en el Perú ha informado que en el 2009 hubo un notable aumento en la producción de energía renovable: la eólica aumentó un 30%, la hidroeléctrica un 3%, la solar vinculada a redes de distribución un 50%, la geotérmica un 4% y la solar para calentar agua un 20%. Además, la producción de etanol aumentó un 10% y de diesel un 9%.
El camino para acabar con la contaminación del aire es el que han trazado los países “ricos” y los emergentes (China, Brasil, India, Chile, México, etc.) que cuentan con cada vez más altos niveles de educación y que destinan enormes recursos a la investigación científica y tecnológica.
 
Mujica pregunta: “¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos algún día, otro tipo de discusión? Porque hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado”. La pregunta de Mujica, en tono de ex tupamaro, sobre si será necesario dar otro tipo de discusión sobre cómo van las cosas en el mundo, trae al recuerdo el tipo de  discusión de los años 60 y 70 del siglo pasado en el que se afirmaba en tono admonitorio: “el camarada Mauser tiene la palabra”.  Para cambiar las cosas había que dar “otro tipo de discusión”. Ya no el de las palabras sino el de los hechos, las acciones armadas para acabar con la opulencia de los ricos y distribuir la riqueza a los pobres.
 
En el pensamiento de José Mujica, salta a la vista la crítica a la economía de mercado, el anticapitalismo.  La sociedad humana ha vivido, vive y vivirá en economía de mercado Cuando Lenin, Stalin, Mao, Fidel Castro, el Che Guevara, Enver Hoxa, Ceausescu, Kim Il Sung, Pol Pot, Abimael Guzmán y algunos otros, pretendieron anular el mercado construyendo, sustituyéndolo con la utopía reaccionaria del Estado Comunista, la planificación centralizada, los planes quinquenales, sexenales, septenales, entre otros que esclavizaron a centenares de millones de seres humanos, no acabaron con el mercado, crearon el mercado “negro”, la especulación, las mafias y la burocracia corrupta que se enriquecía con la escases mientras vivía en la ”opulencia y el despilfarro” y se defendía con la policía política (la NKVD, luego KGB y otras policías secretas). Anular la economía de mercado es una vieja utopía reaccionaria marxista-leninista que conduce al fin de la democracia y a darle todo el poder a una burocracia todopoderosa que decide por el mercado. Este delirio está en la mente de Chávez, Morales, Correa y Ortega y, en el Perú, en la izquierda tradicional, que sigue a pie juntillas el pensamiento de los hermanos Castro, que ha convertido a Cuba en la isla de la pobreza  pero que,  seguramente para Mujica, es la isla de la “felicidad” que tanto le preocupa.
El discurso de Mujica, tiene mucho más temas por criticar como su visión de la globalización. Se pregunta si la globalización nos gobierna a nosotros o nosotros gobernamos la globalización. Hoy la globalización y el mercado mundial unen cada vez más a los seres humanos con una visión menos nacionalista, más integrada, en la que el comercio mundial, los medios de comunicación, los medios de transporte, internet, etc., nos acercan y nos permiten discutir sobre el destino de la humanidad. Esto no debe asustar a nadie. La globalización es un gran avance que permite el desarrollo de los pueblos. Liberado el comercio, caídas las fronteras, los seres humanos educados, actuando bajo el imperio de las leyes, podremos desarrollar más y alcanzar la “felicidad” que le preocupa a Mujica. Si la gente trabaja más, y esa es otra preocupación, no sólo es por más dinero, sino porque el trabajo tiene otro valor, otro sentido, no es más el trabajo “esclavo”. Hoy se va hacia un mundo en el que el trabajo es cada vez menos de fuerza física y más de actividad intelectual, incluso entre los obreros. El sentido del trabajo hoy está cambiando aceleradamente.
 
El discurso de Mujica en la Cumbre de Río+20 señala problemas pero plante mal las preguntas y pero aún las pretendidas soluciones.
La moderna economía de mercado, la libertad económica, el emprendimiento, la educación de alta calidad, el desarrollo de la ciencia y la revolución tecnológica, las nuevas ciencias, la posibilidad de intercambio en el mundo globalizado que tanto le preocupa a Mujica, es lo que hace que la gente salga de la pobreza para, justamente, dejar destruir el medio ambiente y construir un mundo mejor para todos en el que se cree riqueza y se distribuya con mayor justicia. Se trata de crear riqueza y avanzar en una más justa distribución.

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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