Ha empezado un diálogo-no diálogo, un dialogo solapa o traslapado que puede conducir a consensos o acuerdos traslapados. Lejos de las ideologías, del lenguaje de las apariencias. Se ha avanzado. Es y será cada vez más reducida e insostenible la retrógrada idea de que diálogo equivale a traición.
Los facilitadores del diálogo, Miguel Cabrejos y Gastón Garatea, a la filosofía cristiana que reconoce al otro como prójimo y, por ende, como interlocutor válido, han sumado el conocimiento de la mayéutica, el método socrático, que les permite formular las preguntas adecuadas para que los actores cajamarquinos encuentren, ellos mismos, las respuestas pertinentes, sabias.
El diálogo requiere tiempo como han pedido los facilitadores. El tiempo para que las mentes se enfríen y la serenidad avance. Porque, cuando la mente está reposada se puede pensar, deliberar, sopesar, comparar, evaluar y, por tanto, decidir mejor. El neocórtex funciona mejor cuando existe serenidad y nuestros cerebros reptiliano y límbico son sometidos.
El diálogo hoy es de carambola. Los interlocutores A les hablan los facilitadores para que tomen nota y le comuniquen a B, que a su vez le dirá a A para que comuniquen a C y a D, hasta abarcar a todos los actores y establecer todas las conexiones. El camino es complicado. Se tiene que superar una vieja estructura dicotómica y maniquea expresada en clichés como “avanzar sin transar en la lucha popular”, “patria o muerte”, “tierra o muerte”, “agua sí, oro, no”, etc.
Todos los actores, tienen que encontrar un punto de entendimiento. Todos. También Yanacocha-Roque Benavides. Ayudaría mucho, si Benavides hiciera una evaluación de los casi 20 años de presencia en Cajamarca, pidiera disculpas por los errores cometidos y en actitud autocrítica, ayudara a establecer un sincero y nuevo compromiso para mejorar su relación con el pueblo de Cajamarca.
El Gobierno Nacional tiene que actuar de acuerdo a la Constitución y las leyes. Su papel debe ejercerse dentro del concepto sustantivo de la justicia como imparcialidad y armonía, dando cumplimiento a las leyes y, cuando fuera necesario cambiar leyes injustas, hacerlo por los procedimientos constitucionales.
El horizonte del diálogo debe ser el 2021, signado por el imperativo de construir un Perú unido que trabaje por un progreso que incluya a todos. Cajamarca y el Perú precisan desarrollo económico y social, creación de excedentes para invertirlos en educación, salud, seguridad ciudadana, infraestructura, programas de lucha contra la extrema pobreza, investigación científica y tecnológica, entre otros asuntos.
Después del éxito alcanzado en Moquegua que se ubica a la cabeza en los grandes indicadores del desarrollo y que tiene en agenda nuevas grandes inversiones, los que aman Cajamarca y al Perú se resistirán a seguir el camino del fracaso y optarán por el del éxito. El diálogo iniciado como diálogo solapa puede tener éxito. La buena voluntad hace milagros.