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lunes, 29 de octubre de 2012

El Mercado Mayorista de Santa Anita

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El Mercado Mayorista de Santa Anita

lunes, 29 de octubre de 2012 - 41204 vistas
Todas las grandes ciudades modernas del mundo cuentan con un mercado mayorista que cumple varias funciones: organizar la oferta y la demanda de productos alimenticios, formar los precios, ordenar el abastecimiento, almacenar, refrigerar, distribuir y lograr hacer llegar los productos hacia los mercados minoristas y hacia el consumidor final.
 
Lo que se ha aprendido en el manejo de los mercados mayoristas se puede ver en las grandes ciudades del mundo, que manejan con criterios de orden, limpieza, seguridad, disciplina, formalidad, escrupulosidad los productos que alimentarán a millones de personas diariamente.
 
La época en que se vendía en grandes terrenos, al borde de camiones, con dinero en efectivo pasando de un bolsillo a otro, pasó a la historia en todos los países desarrollados. En el Perú no, porque existe enorme resistencia a la modernización, la formalidad, el pago de tributos y el cambio de hábitos: bancarización, créditos,  orden, higiene, recuperación de residuos, transporte técnico: almacenaje, embalaje, refrigeración, etc. Se trata, además, de algo fundamental: evitar la especulación, el acaparamiento y la manipulación de precios.
 
Tal vez lo más importante: ayudar a organizar la producción en el campo, llevar estadísticas, estudiar tendencias, encontrar mercados, prever el futuro, realizar mejores negocios, entre otros. La existencia de un mercado organizado, ayuda, a los productores, a los distribuidores y, hoy con el boom de la cocina peruana, al negocio de los restaurantes, a los cocineros y a los millones de personas que viven de este negocio, que requiere, cada vez más, un manejo técnico de los productos.
 
Examinar el asunto del traslado de los comerciantes informales de La Parada a Santa Anita, implica estudiar los discursos de los actores políticos. Durante la campaña electoral, la actual alcaldesa de Lima, Susana Villarán, satanizó el Mercado Mayorista de Santa Anita y al ex alcalde, Luis Castañeda. Ella prometió a los comerciantes que no se mudarían a Santa Anita. Una vez en el gobierno, expresó que se requerían nuevos estudios y grandes inversiones. Haciendo caso a los comerciantes de La Parada anunció que no existían las condiciones para el traslado. Los comerciantes de La Parada aplaudieron a Villarán. El traslado ha demorado un año y diez meses. Hubo cambio de discurso sin autocrítica, sin fundamentación ni explicación. De satanizar a Castañeda se pasó a satanizar a los comerciantes.
 
Sin embargo, la presión política y la propia realidad, demostraron varias cosas. Se hicieron nuevos estudios pero no se realizó inversión alguna y la alcaldesa cambió de de punto de vista. Decidió el traslado de los comerciantes de La Parada a Santa Anita sosteniendo que el diálogo era la estrategia. Los comerciantes, especialistas en la postergación de las decisiones de los gobernantes, intentaron alargar las conversaciones con diversos pretextos con el objetivo de acumular fuerzas para seguir resistiendo. Mientras tanto la alcaldía cambió radicalmente el discurso  y la estrategia pero, esta vez, sin haber cumplido con la realización de obras en Santa Anita y sin mediar fundamentación alguna. Ya no se requería nuevos pabellones para incorporar a un mayor número de comerciantes, decidió el traslado. Tampoco se necesitaba a los estibadores y cargadores de productos en sus carretillas. Ahora, había que imponer la ley, el orden, el mercado. Del diálogo a la imposición. La decisión política había cambiado de negro a blanco.
 
La falta de un estudio del problema social y de un compromiso real con la gente, no pudo distinguir entre el enorme peso económico de los poderosos comerciantes y los trabajadores pobres que cargan y desplazan sus productos en sus especiales carretillas. No se  separó a unos de otros. Los grandes comerciantes informales lograron tener bajo su hegemonía a los trabajadores.
 
El discurso oficial sostuvo que Santa Anita, que se había dicho que no estaba preparada para ser usada y por, ende, no habría mudanza. Ahora, el discurso sostenía que ya no se requería mayores inversiones y que el traslado de los comerciantes era perentorio.
 
Es a partir de esta decisión, en medio de una campaña por la revocatoria de Marco Tulio Gutiérrez, colaborador de Luis Castañeda, que se decide acelerar el traslado con el fin de mostrar resultados, obras, liderazgo y decisión.
 
Para una acción de esta naturaleza se requiere crear las condiciones. Es un error sostener que el gobierno toma una decisión y la PNP tiene que hacerla  cumplir. Se ha dicho que la decisión del Gobierno Municipal de Lima fue que se cierre La Parada y que empiece a funcionar Santa Anita. Con esa lógica, si fracasa la decisión, el fracaso es de la PNP y no el gobierno municipal. La autoridad política se exime de toda responsabilidad. Todo esto es equívoco y falso. Lo primero porque la decisión no es fundamentada y es pletórica de vacilación, dudas y falta de carácter. Los segundo, porque las decisiones políticas requieren ser acertadas para que la actuación de la PNP se dé en condiciones sociales adecuadas. Si la decisión política no toma en consideración factores sociales, económicos, de correlación de fuerzas, ideológicos, culturales, entre otros, la decisión será equivocada.
 
El resultado fue una decisión política desesperada. El operativo del día jueves 25, que tenía por objetivo, bloquear el ingreso de camiones a La Parada, con la colocación de enormes bloques de concreto que cerraran los ingresos, fue unilateral, equivocada, mandó al sacrificio a la PNP. La consecuencia fue una asonada en la que ganaron los grandes comerciantes, los delincuentes, los informales, los trabajadores y los vecinos que percibían que su forma de ganarse la vida se acababa sin alternativa. No solo fueron delincuentes.
Los grandes derrotados fueron la modernización democrática,  el orden, la ley, la PNP cuyo honor fue mancillado y aplastado en los basurales inmundos y las patas de sus propios caballos.
 
El sábado 27 se repite el operativo con una estrategia diferente pero sin haber cambiado el concepto. Esta estrategia busca aislar a los delincuentes, neutralizar a los comerciantes y ganar a la opinión pública. Desplegados 3500 policías con escudos, varas, escopetas, bombas lacrimógenas, etc. y con un orden táctico preciso, los resultados fueron diferentes. Se logra bloquear los ingresos a La Parda. Esta vez, nuevamente, hubo dos muertos, más de 100 detenidos y varios heridos. En los dos días de acción hubo cuatro muertos y casi un centenar del policías heridos, algunos de gravedad.
 
El daño a la imagen del orden, la ley y de la PNP había sido resarcido parcialmente. Las imágenes del poder de la delincuencia y su carácter violento y corrosivo dieron la vuelta al mundo y produjeron terror entre los ciudadanos pero envalentonaron a los delincuentes que sintieron que ellos podían hacer lo mismo en otras zonas de Lima.
 
Contar con un moderno mercado mayorista en Lima y en las grandes ciudades del Perú es una necesidad de primer orden. Pero el camino de la modernización, el orden, la formalidad, el pago de impuestos y el cambio de hábitos pre modernos requiere que los gobernantes abandonen las ideologías del fracaso.
 
Durante décadas se viene mintiendo en las campañas electorales. Se está mintiendo en las campañas electorales hasta el extremo de enardecer los ánimos de los engañados, una vez que el ganador de las elecciones empieza a gobernar. En Cajamarca, durante la campaña, se le pidió escoger a los electores entre el agua y la mina. La gente escogió el agua y votó por el candidato que dijo que primero era el agua. En Lima, durante las elecciones y en los primeros días de gobierno se les dijo a los comerciantes de La Parada que se quedarían en ese lugar, que no serían mudados, que Santa Anita no reunía las condiciones. Se ganó los votos pero se engañó a los electores. La ira de los comerciantes reside en que se sienten engañados. Se les miente sin pudor.
 
Todas las últimas campañas, desde el no shock de Fujimori, no a la privatización de las empresas de energía, el no a los services y no a los TLC, no a la minería sí al agua, entre otras, tuvieron mensajes que buscaron engañar al elector. Las consecuencias han sido violentos conflictos con muertos y heridos.
El Perú tiene que modernizarse pero lo primero que hay que modernizar es la política. El mundo moderno requiere de sujetos morales, candidatos, dirigentes y líderes que tengan palabra, que la valoren, que la cumplan. No se puede engañar a la gente impunemente. Las consecuencias de la mentira se manifiestan en violencia, destrucción, muertos y heridos.
 
La política tiene que modernizarse ya. Es un imperativo que ciudadanos de limpia trayectoria ingresen al liderazgo político con el fin de que desplacen a los portavoces de las ideologías del fracaso, la demagogia, la mentira y el odio.
 
La modernidad requiere el imperio de la ley, orden, autoridad y diálogo basado en el respeto a la ley y no en un discurso permisivo con el incumplimiento, con la demagogia. No se puede negociar las leyes salvo que sean leyes injustas y que requieran un cambio pero hay que decirlo. Pero ese cambio tiene mecanismos constitucionales y legales, que no pueden ser sustituidos por la toma y bloqueo de carreteras, el ataque artero a la PNP, la pérdida del año escolar para los más pobres, el abandono de los hospitales o el secuestro de funcionarios.
 
Tenemos dos caminos en la modernización: civilización o barbarie. Los actores políticos harían bien en abandonar las ideologías del fracaso, de la demagogia, la manipulación de los derechos humanos, de la "criminalización de la protesta", "de la represión de las justas luchas del pueblo", etc. Se debe entender que en un Estado moderno, los representantes del Estado, basados en la Constitución y las leyes tienen derecho al uso de la fuerza de los que violan las leyes y quieren imponer proyectos demagógicos, sostenidos en utopías reaccionarias. Civilización es democracia, ley, orden, respeto a la gente y a sus derechos. Los que apelan a la mentira, ya sea de "izquierda" o de "derecha" destruyen los cimientos del sistema democrática, deslegitiman sus propios gobiernos y abren las puertas a los violentos que usan todos las grietas, todas las contradicciones, todos los mecanismos para sus fines. Ellos saben lo que quieren lo que contrasta con los discursos equívocos y la improvisación a la hora de gobernar de proyectos políticos que no logran desprenderse de viejos discursos basados en las ideologías fracasadas y abandonadas en el mundo.   Modernizar el país y la ciudad de Lima requiere liderazgo, discurso, plan de gobierno y una acción capaz de proyectar a la capital del Perú que sigue rezagada en el orden sudamericano.

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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