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miércoles, 12 de diciembre de 2012

Alianza Lima: En búsqueda de la identidad perdida

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Alianza Lima: En búsqueda de la identidad perdida

2012: el fin de la nefasta dictadura cleptocrática y la aparición de una nueva generación de jóvenes aliancistas obligados a madurar
miércoles, 12 de diciembre de 2012 - 39900 vistas

2012, veinticinco años de la caída del infausto Focker, que destruyó a una generación completa de jóvenes, hábiles, humildes, alegres, veloces e inteligentes, ansiosos de gloria aliancista. Todos poseían la alegría unida a una cierta angustia, característica del pueblo. 1987, inicio de la crisis económica durante el primer gobierno de Alan García (más de 7600 por ciento de inflación, duplicación de la pobreza en cinco años, destrucción de la economía, crecimiento geométrico de la violencia, corrupción generaliza). Ese equipo en medio de la crisis y la decadencia fue una pizca de alegría y pundonor, ese equipo tenía algo claro en el corazón blanquiazul: afán de gloria, de victoria, de triunfo. Era un equipo con identidad. Eran los verdaderos “potrillos”. No los inventados por dirigentes y ciertos periodistas inventores del humo (juegan a ser socios de dirigentes cleptómanos). Pese a campeonato mediocre y a una de las peores crisis política y social del Perú, los jóvenes aliancistas de origen popular -excepción de Tomassini un jugador “blanco” del sector social medio- maduraban a la fuerza para mejorar la vida de sus familias, alegrarla y, de paso, alegrar al pueblo blanquiazul. Ese equipo tenía identidad étnica, histórica, cultural -religiosa, lingüística,  gastronómica, racial, musical, entre otras que hacen único a Alianza Lima- y, lo fundamental, identidad futbolística.

El fútbol peruano cuando destacó en el mundo tuvo las características que siempre creó y jugó Alianza Lima: elegante, hábil, pícaro, alegre, rítmico, pausado y veloz, y sobre todo,  efectivo. Alianza Lima siempre fue corazón, alegría, solaz. No fue el fútbol de “garra” animal o de confrontación. Fue corazón, pasión creadora, elegancia, pausa, rapidez y efectividad. Pero sobre todo corazón, alegría, por eso es la fiesta del pueblo. Alianza Lima jugaba al ritmo de la marinera, del cajón, de la resbalosa, del festejo, de la música costeña, afroperuana, zamba, chola costeña que derrama lisura mientra construye paredes, esconde la redonda, detiene el balón con elegancia y lanza la bola con la calidad de un Pitín Zegarra, Teófilo Cubillas, César Cueto, José Velásquez, Jaime Duarte, Cholo Sotíl, Perico León, Julio Baylón, Babalú Martínez, Cucurucho Rojas, José María Lavalle, Manguera Villanueva, el Mago Valdiviezo, Chocolatín Heredia,  Félix Castillo, Vides Mosquera, Valeriano López, Rodolfo Bazán, Willy Barbadillo, Carlos y Oscar Gómez Sánchez, Víctor Benítez, Juan de la Vega, Rostaing,  Grimaldo, Carlos Lazón y tantos otros de distintas generaciones que alegraron al pueblo aliancista y a todo el país.

Esa identidad perdida de Alianza Lima es la identidad perdida del fútbol peruano. Esta es la peor derrota que ha sufrido el pueblo aliancista y el fútbol peruano por toda una generación de dirigentes desarraigados e improvisados que usaron el Club para fines personales en los que los negociados, los malos manejos, el robo, el saqueo de Alianza Lima termina siendo el mal menor frente a la sustracción mayor: la pérdida de la identidad del fútbol peruano que hoy, como la Selección, se desplaza como un funámbulo, siempre en crisis, de un lado hacia otro y al pie del abismo. Esos dirigentes, preocupados por usar al Club como lavandería o espacio de pillerías deberían alejarse para siempre del fútbol peruano. Ellos y sus pretensos titiriteros, que creen que se puede dirigir y manipular tras bambalinas, sin que nadie se entere. Todo lo que se hace a espaldas de la gente, sin democracia, transparencia e información está destinado a instaurar nuevos insufribles grupos de dirigentes.

La música y la barra de Alianza Lima son parte de la identidad perdida.

La barra de Alianza Lima canta versos argentinos igual que las demás barras de los otros clubes. Como gran aporte, se han introducido instrumentos musicales como la trompeta que han desplazado a los cajones y a los bombos peruanos. Ahora los ritmos y las letras son más violentos al estilo de lo peor de las barras argentinas. Eso, también, es parte de la pérdida de la identidad aliancista cuando las familias y los barrios asistían al estadio a disfrutar el fútbol y no a poner en peligro sus vidas.

El Perú afroperuano y el Perú mestizo, cholo costeño, se encuentra cada vez menos en la música y las canciones de las barras aliancistas que languidecen con canciones “volteadas” de las canciones de las barras argentinas. Todo eso fue promovido por dirigentes ociosos e ignorantes, interesados en crear circo fácil para ocultar sus fechorías.

Las barras de Alianza Lima deben volver a los orígenes modernizándose pero sin perder la identidad original. Hoy esos cánticos parecen de cualquier equipo que tan solo cambia el nombre del equipo y repite las mismas tontas tonadas que no dan cuenta de la gran calidad, alegría, ritmo y preponderancia de lo afroperuano y lo criollo popular. Menos copia, menos facilismo, más creatividad más corazón.

Igualmente, las barras han apelado a la fácil violencia y al cántico grosero carente de picardía. Alianza Lima es corazón, creatividad e inteligencia y no garra animal. El fútbol une irracionalidad con racionalidad. Pasión y razón. Pero la primera va al mando, conduce a la pasión para que ésta sea creadora. De lo contrario se vuelve destructiva y autodestructiva.

La crisis de Alianza Lima originada, organizada, promovida y expandida por dirigentes cleptocráticos tuvo un punto de quiebre el 2012. El último golpe fue lanzar criminalmente bombas lacrimógenas al espacio donde se realizaba la Asamblea General de Socios en la que finalmente se separó y expulsó de Club a Guillermo Alarcón Menéndez, sujeto sin trabajo conocido que aprovechó la oportunidad para apoderarse del Club, expulsar a los dirigentes legítimos y legalmente elegidos (repuestos en esa misma Asamblea). Alarcón logró sus propósitos con colaboradores de su misma calidad humana que creyeron ver la oportunidad de volver al poder. Grave error. El innombrable los usó para encumbrarse y poco tiempo después se fue alejando de ellos porque él era parte de un mafia aún mayor dedicada a la estafa, el chantaje y el robo. Librarse de esa caterva de seudo dirigentes es fundamental para el desarrollo de Alianza Lima como Club que una sabiamente tradición y modernidad, el buen fútbol alegre, hábil, pícaro y de calidad con la disciplina, la ciencia, la técnica y la competitividad tan necesarias para proyectarse en el mundo. Una nueva dirigencia que entienda que se requiere gerencias modernas, trabajo especializado, científico y técnico, que abandone el estilo de gamonal tradicional, racista y clasista, que desprecia a los propios jugadores que usa para sus fines. El paternalismo y la manipulación tienen que ser reemplazados con conceptos modernos que busque la excelencia, la competitividad y la alta calidad en la organización y en el fútbol.

Robo descarado y silencio cómplice. ¿Es la divisa de Alianza Lima, “intimidad es complicidad”?

El 15 de diciembre de este mes se cumplen cuatro años del robo de la contabilidad de Alianza Lima, robo ejecutado durante la nefasta directiva de Alfonso “Cuchi” de Sousa Ferreira. Toda la contabilidad robada –desde el 2004 hasta el 2008- ente el silencio cobarde y cómplice de dirigentes convenidos de pacotilla que callan ante el latrocinio. ¿Por qué alguno de ellos que aspira a la Presidencia no se pronuncia? ¿Alguien se ha comprometido a seguir este caso? ¿Alguien se ha pronunciado por la captura de la contabilidad de parte de Guillermo “Pocho” Alarcón y Augusto Valqui que se niegan a entregar los documentos a la administración provisional? ¿Es que acaso la divisa de Alianza Lima es “intimidad es complicidad? ¿Por qué tanto silencio agraviante? ¿En dónde están los valores y el corazón aliancista. No se puede construir el futuro si no se han delimitado las aguas con los delincuentes. Hay que poner orden en caso limpiando la mugre acumulada durante una década. Si se trata de hacer el muertito, de unir las aguas limpias con las aguas sucias para llegar al poder es que las primeras no son realmente limpias. A los dirigentes que tienen aspiraciones presidenciales: ¿por qué callan cobardemente ante el saqueo de los dirigentes corruptos?

Balance del 2012.

Lo más importante del año que termina es lo extra deportivo. El mayor triunfo es haber sacado de la presidencia a Guillermo “Pocho” Alarcón y a sus “dirigentes” colaboracionistas. ¿No sabían nada del saqueo a Alianza Lima? Los que hoy lo apoyaron en el golpe contra el directorio legal y legítimo, ¿por qué pretenden volver a ser dirigentes? ¿No han demostrado acaso sólo cobardía y complicidad con la banda de malhechores que capturó al Club con fines nefastos? Deben guardarse para siempre sus sueños de lograr la dirigencia blanquiazul. Es vergonzosa su actitud buscando colarse en las fotografías o ubicándose detrás de los jugadores para salir en la televisión. Son, realmente, de vergüenza.

Homenaje a los nuevos futbolistas de Alianza Lima.

El año 2012 obligó a que una generación de jóvenes jugadores madurara obligadamente, como ocurre en los sectores populares cuando se presenta una grave crisis y los hijos se ven obligados a salvar a la familia. Los jugadores que salvaron la categoría y que tienen calidad y corazón, deben recibir el mejor homenaje de los socios, hinchas y el pueblo aliancista que pese a todos los malos momentos se mantiene fiel a la camiseta blanquiazul. Los dos mejores hechos del 2012 son la nueva generación de jóvenes jugadores que ponen calidad en la cancha y la fiel hinchada aliancista que en las buenas y en las malas sigue al equipo en búsqueda de victorias y glorias.

Esa apuesta permanente del pueblo, pletórico de fe, alegría y optimismo no se condice con la dirigencia formada por infaustos pequeños grupos de negociantes fenicios.

La administración temporal.

La administración temporal tiene que saber que debe irse lo más pronto posible cuando ponga fin a su labor. Ordenar las cuentas poniendo en manos de la justicia a los ladrones pero, eso si, respetando a los socios, sus asientos comprados en los años 70. No puede haber borrón y cuenta nueva. Eso abrirá un nuevo período de crisis.

Haber duplicado el pago mensual de los socios sin ninguna razón justificatoria ha sido una pésima decisión sobre la que nadie a reclamado. No ha mejorado en lo más mínimo la atención a los socios. Antes bien, se le obliga a pagar el doble de cuota para volver a canjear entradas. Doble labor, innecesaria. Alianza Lima es un Club en el que los socios tienen deberes y no derechos ni beneficios. ¡Qué curioso club!

La Administración Temporal, necesaria para sacar a los innombrables, debe actuar con transparencia, informar y no tomar decisiones sin consultar a los socios que son los dueños del Club.

Alianza Lima es una institución popular centenaria, forma parte de la cultura peruana, una de las pocas instituciones que se mantendrá por siglos en el Perú. Todo pasará pero Alianza Lima permanecerá. Entonces, hay que respetar la historia y la cultura popular-nacional. No se puede actuar como una dictadura. Los pretensos titiriteros deben dejar de lado sus mañas  y actuar como demócratas: respeto, democracia y transparencia son esenciales para levantar a Alianza Lima, volver a gritar ¡Arriba Alianza! y lograr triunfos nacionales e internacionales.

2013 debe ser un año de salida de la crisis, proyección y crecimiento. El pueblo aliancista tiene afán de gloria, de éxitos y de grandes victorias.

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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