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lunes, 22 de abril de 2013

Venezuela: Salvo el poder, todo lo demás es ilusión

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Venezuela: Salvo el poder, todo lo demás es ilusión

Autoritarismo y cobardía de los “presidentes” latinoamericanos
lunes, 22 de abril de 2013 - 39726 vistas
Entender las elecciones del 14 de abril en Venezuela, requiere entender qué es el chavismo y su propuesta del “Socialismo del Siglo XXI”. ¿Qué es, en qué consiste esa propuesta que algunos ilusos aplauden y que los convenidos apoyan? La respuesta es sencilla y clara: el llamado “Socialismo del Siglo XXI” no es más que el viejo comunismo marxista-leninista, que ante el fracaso de la estrategia de la lucha armada, la vía violenta en América Latina para tomar el poder, cambió por una estrategia taimada de participación en procesos electorales con el fin de ganar las elecciones y perpetuarse en el poder, utilizando “la democracia burguesa” para destruirla desde adentro, cosa que no pudieron hacer por el camino violento. Se trata de utilizar la democracia para cambiar el sistema político y económico basado en la democracia y la libertad, por el modelo del amo estatal que cercena las libertades democráticas.
 
El chavismo no hizo más que mentir desde la primera campaña electoral y una vez que tomó el poder, se enlazó con la Cuba de Fidel y Raúl Castro, apoyados por Lula y la nueva burocracia sudamericana “socialista”. A lo largo de la creación del Foro de Sao Paulo en adelante, luego de que se desplomara el comunismo en el mundo, Latinoamérica fue el espacio en el que el neo-comunismo, con el cambio de estrategia, fue ganando espacio país por país, usando las banderas de una nueva Constitución política, movilizaciones de masas -verdaderos golpes de Estado como el de Bolivia- y reelecciones como principio. No es casual -es parte de una estrategia- que en Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y, por supuesto en Venezuela, la re-reelección y la reelección indefinida sean parte del libreto estratégico. ¿Es el camino escogido por Ollanta Humala para el Perú?
 
La muerte de Chávez, ha permitido que al libreto se le vean las costuras internas, pues su muerte manejada desde Cuba, obligó a inventar un candidato, Nicolás Maduro, que no da la talla, no posee liderazgo, ni el carisma, ni la inteligencia, ni la mínima preparación ni la capacidad para actuar su papel de “presidente” con cierto decoro.  Maduro, el hombre formado por el servicio de inteligencia y la policía política cubana, tiene un mérito: haber logrado llegar hasta donde ha llegado, como pésimo actor de un libreto grotesco, que por su pobreza espiritual, intelectual y política permite ver la mano de sus titiriteros.
 
Sin lugar a dudas el 14 de abril del 2013, se ha abierto en América el camino de salida, que no será breve ni fácil, pero es el camino que pondrá fin al chavismo como una de las formas más astutas de perpetuar en el poder a regímenes populistas y estatistas, que cercenan paso a paso las libertades democráticas, que anulan las capacidades emprendedores del pueblo, que intervienen los poderes del Estado, que confiscan propiedades, que crean dependencia populista del Estado y que mueven los hilos secretos o abiertos para controlar los medios de comunicación.
 
En Venezuela el populismo y la manipulación ha sido posible por el enorme precio del barril de petróleo en el mercado mundial y por el dispendio grotesco de miles de millones de dólares en la construcción de una economía artificial y en el derroche en los países del Alba a los que se les ha prestado dinero que no retornará jamás a Venezuela. Cuba ha pasado, como se sabe, de la dependencia absoluta del comunismo ruso a una situación particular: depender del dinero venezolano pero, simultáneamente, tener presencia en la sociedad, el Estado y en las FFAA venezolanas.
 
El fraude del 14 de abril del 2013
 
El fraude en Venezuela se produce antes, durante y después del 14 de abril.
 
Se produce, antes, cuando se permite que un presidente ilegal asuma la presidencia y sea, a la vez, candidato a la presidencia de la república. La violación de la Constitución chavista ha sido burda pero aceptada por la comunidad internacional e impuesta  al pueblo venezolano que fue objeto de uno de los más grandes psicosociales montados en la historia de ese país: la muerte y endiosamiento de Hugo Chávez a través de una liturgia roja en la que los gritos desaforados de Maduro y un llanto ridículo buscaron la consagración del dictador populista por encima de Cristo como objetivo, convirtiéndose Maduro en su único intérprete y discípulo. Muerto Dios queda el apóstol y profeta.
 
Chávez ha producido Milagros luego de su muerte según Maduro -el nombramiento del Papa argentino, Francisco-, la aparición bajo la forma de “pajarito” que se le aparece y le habla –una suerte de representación del “espíritu santo”- y las “maldiciones” que caerían sobre los que no votaran por el intérprete-discípulo-sucesor de Chávez. Pero, esas son las expresiones más burdas y vulgares. Mientras endiosaba y se hacía y deshacía en agravios e insultos a la oposición y a su líder y candidato presidencial Enrique Capriles, Maduro y el aparato burocrático chavista machacaban en los medios de comunicación y controlaban todo mensaje al extremo de contabilizarse, en la campaña electoral, más de 60 horas de transmisión del candidato del chavismo frente a 26 minutos de Capriles. El fraude, entonces, se preparó y ejecutó antes del 14 de abril.
 
Pero el fraude se hizo, también, el domingo 14. Uno de los temas claves es que el Estado y el Gobierno chavista no aceptan observadores independientes sino “acompañantes” y que la UNASUR chavista cumplió ese papel de Celestina. Se ha informado que ese día hubo más de tres mil incidencias y denuncias de violaciones del derecho de sufragio libre, que impunemente continuó la campaña propagandística en pleno acto electoral en los barrios dominados por el chavismo; que cadenas de radio y televisión, en determinados Estados continuaron haciendo campaña; que se abusó groseramente del “voto asistido”; que se movilizaron “motorizados” del Estado durante todo el día presionando a la gente para que fuera a votar, entre tantos otros actos ilegales. En el colmo en el estado de Zulia, el alcalde amenazó con despedir a los empleados que rechazaran el voto asistido; que en mesas de Zulia, Guárico y Barinas hubo mesas que por las condiciones existentes no garantizaban el voto secreto, los electores votaba a la vista de la mesa y del público, no garantizándose el derecho al voto secreto.
 
El Comando Simón Bolívar advierte  que durante, el conteo de votos, no cuadraron más de 4 millones de votos en el momento de contar las papeletas, que más del 20% de las actas de escrutinio no coinciden con los resultados de las auditorías; que la violencia oscureció el cierre de mesas y que el 10 % de las auditorías se hizo sin testigos (personeros); gran parte del escrutinio se hizo sin presencia de la oposición; que con armas de fuego en 286 centros de votación los testigos fueron conminados a abandonar las mesas donde se contaban los votos lo que afectó un universo de 722,983 electores. Capriles denunció que hubo más de 535 máquinas dañadas lo que afecta a 180,983 electores. La Red de Observación Electoral señala que en una muestra de 573 mesas, en 9,3 % de ellas no se permitió las auditorías ciudadana, es decir, la participación de personeros de mesa. A ello se añaden, cédulas falsas abandonadas en las carreteras que fueron “recuperadas” por la Guardia Nacional a punta de bombas lacrimógenas contra los ciudadanos que denunciaron los hechos.  A todo lo señalado hay que añadir que la votación continuó en algunas mesas dos horas después de terminado el sufragio (terminaba a las 6 de la tarde) y en otras mesas se cerró la votación a las 4.30 de la tarde.
 
El fraude se produce, además, por acción del Consejo Central Electoral encabezada por la Tibisay Lucena, chavista, que pese a que no se habían contado los votos del exterior ni había terminado el proceso de conteo de votos, proclamó el triunfo de Nicolás Maduro con “cifras irreversibles”, pese que, como señala el Comando Simón Bolívar, más del 20% de las actas no coinciden con los resultados del escrutinio: más de 4 millones de votos no cuadraron a la hora de contar papeleta por papeleta o voto por voto impreso. En menos de 24 horas, Tibisay Lucena, la José Portillo de Venezuela, proclamó el triunfo de Nicolás Maduro.
 
Denuncia de fraude y reunión en Lima de UNASUR
El chavismo no pudo ocultar tamaño fraude y tuvo que refugiarse en UNASUR presidido por Ollanta Humala. Presurosos, los presidentes llegaron a Lima y convalidaron el fraude de Tibisay Lucena del Consejo Nacional Electoral. En el acta leída por los presidentes reunidos en UNASUR se acepta una auditoría del 46 % de los votos pero se proclama a Nicolás Maduro que llegó asustado a Lima con Elías Jaua (ministro de Relaciones Exteriores) para conseguir el apoyo. Pese a todo, este retroceso, es una victoria de Enrique Capriles que en menos de diez días logró superar a Nicolás Maduro haciendo retroceder nacional e internacionalmente el proyecto chavista que está herido de muerte.
 
El doble moral o el doble discurso 
Los peruanos hemos luchado contra el fraude de una dictadura. Tibisay Lucena del Consejo Nacional Electoral de Venezuela es la José Portillo de la ONPE de las elecciones del año 2000, que día a día iba administrando y cambiando los porcentajes de los votos según la conveniencia de la dictadura fujimontesinista de los años 90.
 
Resulta incomprensible que Ollanta Humala y su canciller Rafael Roncagliolo que dijeron haber luchado contra el “fraude” y la dictadura, actúen como Celestinas del fraude en Venezuela. Pareciera que existen dictaduras buenas -las chavistas- y dictaduras malas –las del fujimorismo y la derecha-. Las primeras las aceptan, las avalan y las defienden. Las segundas las “denuncian” y dicen que las enfrentan. Es la doble moral, el doble rasero con el que se pretende perpetuar el “Socialismo del Siglo XXI” que no es otra cosa que la estrategia del neo-comunismo que pretende instaurar dictaduras “democráticas” plebiscitarias, imponiendo políticas económicas estatistas que han fracasado en el mundo. Mientras tanto, imponen el control de los medios de comunicación, la expropiación de empresas privadas, el estatismo y la corrupción que crece a expensas del control del Poder Judicial y la intervención de las instituciones dedicadas a la fiscalización y el control del Estado. Esa es la estrategia del “socialismo del siglo XXI” que hay que impedir en el Perú, que ya ha vivido dictaduras similares como la de Juan Velasco Alvarado en los años 70 del siglo pasado.
 
Defensa de la democracia y la libertad 
A los peruanosnos ha costado sacrificios enormes conquistar la democracia y avanzar en el desarrollo en un clima de libertad. El Perú es un país de emprendedores. Esa es su fuerza creadora. Pero, para emprender se requiere libertad y democracia, un Estado pequeño y fuerte, un Poder Judicial independiente, seguridad ciudadana y garantías de respeto a la propiedad.
 
Sin libertad y democracia auténtica no hay desarrollo sostenible. No se puede aceptar la reelección indefinida ni las trampas ni las mentiras, ni el juego perverso de las palabras ambiguas que ocultan reelecciones encubiertas.
 
Solidaridad con el pueblo de Venezuela 
El Perú debe encabezar la lucha solidaria con Venezuela porque, por nuestra experiencia, sin el apoyo internacional no hubiésemos podido recuperar la democracia.
 
Se requiere una acción concertada, militante, activa para que la dictadura chavista encarnada en un insignificante Nicolás Maduro, títere de los hermanos Raúl y Fidel Castro, retroceda y la democracia sea recuperada.

No podemos ser indiferentes. La cobardía es el peor y más bajo nivel de la condición humana. Los peruanos no podemos vacilar en nuestra solidaridad con los ciudadanos venezolanos que a la crisis económica y a la inseguridad ciudadana, a la violencia y el crimen, le suman, ahora, un régimen que con descaro y brutalidad, continúa el camino señalado por Hugo Chávez: la mentira, la violencia, el engaño permanente para perpetuarse en el poder. Estrategia y estratagemas que pretenden ocultar la gigantesca corrupción y el oprobio del abuso del poder: “el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”.

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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